Diego tiene 8 años y su trabajo en el colegio es relativamente fácil, con un componente muy lúdico pero enfocado a generar ilusión por saber, pasión por el conocimiento.
En muy poco tiempo su sistema de trabajo variará, y se le exigirá esfuerzo. Si no olvida la pasión inculcada no le costará demasiado ser constante y esforzarse a lo largo de todo su recorrido educativo.
Sin embargo lo más seguro es que el ecosistema educativo que le espera merme su valor para esforzarse y fallar.
No vivimos en una sociedad que valore los errores, y nos olvidamos de que un error es a su vez un intento, y que en un intento se aprenden muchas cosas valiosas. Lo más seguro es que de un error aprendamos a repetir sin fallar.
Un ejemplo muy claro es el de la sociedad americana. Allí los emprendedores empresariales están muy valorados socialmente, a pesar de que se hallan arruinado alguna que otra vez. No tienen miedo alguno a emprender entendiendo que es un proceso para aprender.
Esto mismo es lo que necesitan nuestros alumnos. Aprender en un entorno en el cual les permitamos crear, fallar y aprender en el proceso. La cultura científica nacerá de aplicar cierto criterio científico, promoviendo que los alumnos aprendan haciendo y valorar sus intentos sin dar importancia al éxito.
Pero esto es realmente complicado de desarrollar inmersos en una sociedad que busca la satisfacción inmediata con una fórmula muy simple, el éxito.
Xabier Iglesias
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