En el rincón izquierdo, la pareja más innovadora del momento, Robert Edwards y Patrick Steptoe, en el rincón opuesto, los pesos pesado más veteranos, Estado e Iglesias. Hace ya 50 años de este primer combate que ganaron los científicos, y estos días Robert Edwards ha tenido que volver a combatir, para ganar nuevamente, esta vez nada menos que el Premio Nobel.
Mucho ha llovido desde entonces y más de cuatro millones de niños han visto la luz gracias a esta tecnología.
Muchas han sido las barreras que tuvieron que derribar. Además de las propias de la ciencia, Iglesia, Gobierno y medios de comunicación. Tanta oposición se tradujo en infinidad de dificultades para obtener financiación pública para sus investigaciones, por lo que tuvieron que recurrir a donaciones privadas.
Aún hoy en día recibe críticas por parte de la Iglesia. “en el mundo hay congeladores llenos de embriones que lo más probable es que sean abandonados, de ese problema es responsable Edwards”.
Estos días Robert Edwards saborea las mieles de la victoria con el reconocimiento del Premio Nobel, entregado por “el desarrollo de la fertilización in Vitro en los años 50” que ha supuesto “un hito en la medicina moderna”. “Sus hallazgos han hecho posible el tratamiento de la infertilidad, un problema médico que afecta a una parte importante de la Humanidad, incluyendo a más del 10% de las parejas del planeta”.
El Premio Nobel empequeñece frente a ciertos avances por los que se entrega. Este es uno de esos casos, el de la fecundación in Vitro. Han transcurrido ya 50 años desde el comienzo de las investigaciones. Robert Edwards y Patrick Steptoe pretendían fecundar un óvulo en el laboratorio, y lo consiguieron, desarrollaron un medio que permitía esta reacción in Vitro. La primera y más importante prueba de su hallazgo fue el nacimiento de Louise Brown, en 1978, la primera niña probeta. Texto: Ciencia y Origen.
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