En el currículum de Pedro Cavadas (Valencia, 1965) está el primer trasplante de cara en España, que realizó en 2009. Tres años antes ya había hecho el primer trasplante doble de manos en el mundo. A pesar de ello, lo que más llama la atención del cirujano es su naturalidad y sencillez al hablar de sus logros.
Texto: Verónica Fuentes / SINC
¿El trasplante de cara es el techo de la cirugía o hay algo más después?
El trasplante de cara es un tratamiento en el que estamos dando los primeros pasos. Si de algo se debe huir en este tipo de intervención es de los triunfalismos, ya que el trasplante más antiguo se hizo hace apenas cinco años y la mayoría no supera los tres años de evolución
Pero se habla de éxito…
Hablar de algo de lo que se ha hecho todavía muy poco es muy complicado. Estamos en fase de generar información, ya que no sabemos cómo se comportan los trasplantes de cara a medio y largo plazo. Sólo podemos extrapolar cómo se han comportado las manos, cuya evolución sólo conocemos a medio plazo. Por eso extrapolamos el conocimiento de órganos que probablemente no tienen nada que ver, como el trasplante de riñones, del que hace 40 años que se hizo el primero.
¿Los trasplantes de cara son más complejos que otros trasplantes?
Técnicamente son complicados, pero su verdadera complejidad no reside ahí. En medicina hay un desfase enorme entre lo que somos capaces de hacer con la cirugía y lo que somos capaces de hacer funcionar en un organismo para que éste no lo rechace. Ese desfase es la principal limitación de la cirugía de trasplantes en estos momentos. El objetivo primordial ahora es mejorar la inmunosupresión (inhibición de uno o más componentes del sistema inmunitario).
Después ocurrirán un montón de evoluciones más.
¿No todo vale para realizar este tipo de trasplantes?
Desde luego que no. Para realizar un trasplante de tejidos compuestos tiene que merecer la pena. Hay que evaluar los beneficios y los riesgos de la cirugía. El objetivo no es si la operación se puede hacer, si es técnicamente posible, es mejorar la calidad de vida del paciente. Si tienes ese norte no te puedes equivocar nunca en las decisiones.
Quizá el problema es que no conocemos las limitaciones de los trasplantes…
Sí las conocemos. Si algo conocemos los profesionales son los problemas que generan los trasplantes. Y la sociedad también. Hoy en día casi todo el mundo conoce a alguien al que se le ha realizado un trasplante. Lo que pasa es que como el trasplante de cara tenía un referente cinematográfico poco real, la gente no es consciente de los riesgos. Un trasplante de cara es transformar a una persona que no tiene aspecto humano en alguien con aspecto humano.
¿En un futuro se hará por cuestiones estética?
Un trasplante de cara no puede generar personas guapas o menos guapas. El ser humano es un ser social, interactúa con otros. La cara es un órgano vital, en el sentido amplio de la palabra claro, pues salvo una parte del cerebro, un trozo de médula espinal y un poco de corazón y pulmón, se puede quitar el resto de órganos de un ser humano y seguiría viviendo…
Usted dice que el paciente siempre tiene la última palabra, ¿es cierto?
Hay cosas que uno tiene que superar con la edad, como la vanidad, y en el ámbito médico aún más. Si de tu profesión deriva el estado de una tercera persona, entonces debe mandar el paciente. Si una persona llega con un problema, se le da toda la información que se tenga al respecto para que elija. Le puedo recomendar lo que yo haría, lo que creo que le irá mejor, pero la decisión es suya. A mí no me gustaría ser paciente de un médico que fuerza indicaciones sólo para salir el primero en la tele.
¿Recibe muchos candidatos?
Recibo muchas solicitudes, pero candidatos firmes no tengo tantos. No todo el mundo que solicita un trasplante puede soportarlo. Una cosa es solicitarlo y otra que técnica y médicamente sea apto. Tienen que converger muchas cosas, si no se estarían haciendo trasplantes como churros, y no se debe. Si te pones a hacer ahora algo y lo repites 300 veces, puede que dentro de tres o cinco años te des cuenta de que has cometido un error, y te arrepientas de ello otras 300 veces. En patología poco frecuente es mejor generar conocimiento y sacar conclusiones antes de hacer la siguiente intervención.
¿Cómo llega a realizar hasta 1.800 cirugías anuales?
Trabajamos mucho, qué se le va hacer (risas). Si entran por la puerta se les atiende, no es que luchemos por llegar a ningún número…
¿El primer trasplante facial en España tiene ya algún paper (artículo de investigación) que lo avale en la literatura científica?
La compulsión por ser mejor que los demás es muy humana, muy testosterónica y muy quirúrgico. Por eso todos los casos de trasplantes de cara se han ido publicando. El primer trasplante de cara fue publicado a los tres meses en una revista de alto impacto, pero creo que hay que esperar. Yo estoy empezando a escribir ahora el artículo científico de nuestro caso (el primero realizado en España). Ya han pasado 15 meses y se pueden contar cosas.
¿Qué piensa de la información sobre trasplantes que nos llega a través de la televisión y en especial de las series de hospitales?
La información llega muy deformada, porque llega el espectáculo, que en realidad no tiene nada que ver con la medicina. Además esta práctica tiene un trasfondo humano muy importante. Al fin y al cabo no ha cambiado desde hace 5.000 años. Se trata de un ser humano pidiendo ayuda a otro que tiene la fortuna de poseer un conocimiento y una experiencia que le permite instrumentalizar dicha ayuda.
¿Y esto va a cambiar en el futuro?
No debería. Lo que pasa es que cada vez podemos ofrecer más opciones, medios y tecnología. Pero la esencia es la misma, si se pierde esa esencia ya no estamos jugando a la medicina, sino a los premios y al reconocimiento.
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