“Al igual que dias anteriores el estrépito inundó la cueva. Todo el grupo estaba preparándose para la salida y la falta de espacio dificultaba la movilidad por lo que unos tropezaban con otros, con la consiguiente discusión gutural. Finalmente consiguieron dividirse en dos grupos. El primero de ellos, formado unicamente por mujeres, deambularía nuevamente por el bosque, recolectando frutos y verduras. Por su parte,el segundo grupo, donde militaban los hombres más fuertes y veteranos del clan junto con varios jóvenes, se disponía a buscar una pieza grande que cazar y poder así alimentar al grupo. Quedaban unos pocos guardando la cueva, mujeres al cuidado de niños, ancianos y heridos. Estos tiempos muertos los aprovechaban garabateando las paredes, donde escenificaban las grandes hazañas de sus congéneres a la caza de grandes animales, más fuertes y bravos que ellos mismos.”
Texto: Ciencia y Origen // Xabier Iglesias
Pudo ser así o quizás de alguna manera radicalmente diferente. Las tesis de la Antropología Filosófica, amparadas en la fe en acciones externas, defienden que existió un salto cualitativo en las conductas de nuestros antepasados. Dicho salto correspondería a la creación del alma humana. Del lado opuesto tenemos las tesis científicas, que tampoco pueden probar fehacientemente el proceso evolutivo conductual del Homo sapiens, pero aún sin poder probarlo, pueden reforzarse con evidencias demostradas.
Una de las tesis científicas no ortodoxas defiende que nos equivocamos al señalar al individuo como sujeto evolutivo. Los genes serían en este caso los sujetos activos de la evolución. Activos debido a que son capaces de interactuar entre ellos mismos y con los individuos que los albergan. De esta manera los distintos genes de nuestras células son capaces de inducir patrones de conducta en nosotros mismos con el único propósito de su propia supervivencia. Atendiendo a esta idea nosotros no somos más que complejas maquinarias diseñadas para la supervivencia de los diferentes genes de nuestro código genético y al igual que una maquina diseñada por el hombre recibe una serie de instrucciones previas para completarlas vía ensayo y error, el ser humano ha recibido unos patrones previos que acaban traduciéndose en conciencia.
La realidad es que existen pruebas fósiles de que especies anteriores a Homo sapiens en su línea evolutiva desarrollaron conductas artísticas, del mismo modo que desarrollaron su capacidad inventiva para adaptarse al medio de una manera con la que poder aumentar sus posibilidades de supervivencia. Desconocemos que aporte a la supervivencia hacía el arte en aquella época, pero aún hoy en día continuamos creando arte, aunque ultimamente mucho más enfocado a la supervivencia, económica se entiende.
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